Gina Lollobrigida

  • ivanreverie
  • abril 19 , 2024
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La historia de la actriz Gina Lollobrigida es rara como pocas: luego de la segunda guerra y tras duros periodos de hambre, la italiana nacida en 1928 decidió que había que hacer algo para ayudar a su familia y descubrió en la actuación una forma de hacerlo. “No se suponía que yo haría películas” dice Lollobrigida, pero el éxito llego con fuerza y sin anunciarse y muy pronto ya era una estrella. “Los admiradores esperan vernos siempre bien vestidas y con grandes joyas” y así fue como, con propios méritos, Gina comenzó a formar su magnífica colección.
Su pasión comenzó con la casa italiana Bvlgari en dónde adquirió una espléndida pieza cuajada de diamantes para usarse como brazalete, collar o diadema. La pieza es uno de los diseños más importantes en la historia de la firma joyera y según la actriz “hoy, hacer este tipo de joyas ya es imposible”. La pieza fue estimada entre 300.000 y 500.000 dólares en la subasta de Sotheby’s en mayo de 2013.
Durante un viaje a la India, invitada por Indira Gandhi, su amiga íntima, Lollobrigida se enamoró de un antiquísimo collar de motivos tradicionales hindús. La joya, en forma de abanico, está engarzada con esmeraldas y diamantes por el frente, y por el reverso, con flores y aves puntillosamente pintadas sobre esmalte. Dos grandiosos collares en uno. Esta pieza se valoró entre 12 y 18 mil dólares en la misma subasta y fue una de las piezas más queridas de la actriz por su valor cultural y emocional.
De entre todas sus extraordinarias joyas, hay una que destaca por su historia: un par de pendientes de perla pertenecientes originalmente a la casa real de Habsburgo. Excepcionales por su raro color y forma, estas perlas se estimaron en un millón de dólares y fueron llevadas por Lollobrigida en numerosas ocasiones de su vida profesional, incluyendo la audiencia con la Princesa Margaret del Reino Unido en 1967.
Gina Lollobrigida poseyó también un diamante amarillo perteneciente al Sultán Ahmed Shah Qaja, último soberano de Persia y un diamante de 27.90 quilates montado como anillo, uno de los diamantes más raros del mundo por su perfección natural, entre otras piedras de los colores más hermosos y admirados por los expertos. Así era su colección.
La subasta de 2013 rebasó los 78 millones de dólares y rompió más de un record en los precios de los lotes (como las perlas, que alcanzaron los 4 millones de dólares), pero, sin duda, lo que hizo verdaderamente notable a la colección y su antigua dueña, fue el inspirador espíritu caritativo que llevaron a Lollobrigida a subastar sus joyas y donar todas las ganancias a la investigación de células madre, con la intención de ayudar a niños en condiciones críticas. “Lo hice sin lamentaciones”, confesó, “Ahora soy escultora y ya no necesito joyas. Todas estas piezas podrán volver a ser verdaderamente útiles”.


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